Leche con omega 3, con calcio, probióticos…

Con los avances científicos las áreas de salud tienen otro tipo de conceptos más específicos y a su vez la aparición de nuevos productos alimentarios hace que los conceptos de nutrición que se tenían hasta ahora se adapten a estos cambios.
En concreto, para el buen estado de salud, estaríamos hablando del concepto “nutrición adecuada” que se consigue a través del consumo de alimentos variados. Con ellos cubrimos las necesidades básicas de nutrientes: hidratos de carbono, lípidos y proteínas, así como vitaminas y minerales.

Con la aparición de productos enriquecidos, adaptados o fortificados, el concepto nutricional se ha ido decantando por el de «nutrición óptima». No sólo con la ingesta de alimentos se cubren las necesidades de los nutrientes sino que los mismos alimentos que forman parte de nuestra alimentación habitual nos aportan un beneficio añadido, principalmente el de evitar algunos tipos de enfermedades.

A este tipo de alimentos se les llaman alimentos funcionales. Aunque no existe una definición única para ellos según Abel Mariné Font, Catedrático de Nutrición y Bromatología en la Facultad de Farmacia de la Universidad de Barcelona, “Es la que define este alimento como el que, además de aportar lo que normalmente debe aportar un alimento, en forma de valor nutritivo, tiene algún efecto que va más allá de la estricta nutrición. Suele ser un efecto preventivo o protector, aunque para ser más rigurosos deberíamos decir que es un efecto de disminución de riesgo de ciertas patologías.“

Los alimentos funcionales deben formar parte de nuestra alimentación y su consumo debe ser el habitual, en sus cantidades normalmente ingeridas.

Existe una larga lista de alimentos funcionales. Podríamos destacar:

Probióticos: los yogures y leches fermentadas contienen bacterias beneficiosas que al ser ingeridas aportan el beneficio de mejorar el pH intestinal facilitando el equilibrio ácido-base del intestino y ayudando a la eliminación de desechos cancerígenos. A su vez, intervienen en reacciones inmunes, facilitan el vaciamiento gastro-intestinal, mejoran las digestiones (sobre todo la de la lactosa).

Prebióticos: FOS (fructo oligosacáridos), es un tipo de fibra que se encuentra en vegetales (frutas y verduras), al ser consumida forma parte del alimento del probiótico intestinal, facilitando la colonización de cepas beneficiosas (Lactobacillus bifidobacterias) y la eliminación de cepas patógenas.

Alimentos enriquecidos: a los alimentos naturalmente encontrados se les añade algún tipo de sustancia, se le elimina algún nutriente, o se elimina algún componente natural para añadir algún otro de manera externa. También llamados alimentos fortificados engloban un gran grupo de alimentos que copan las grandes superficies, supermercados y tiendas de comestibles. No hay consenso en el etiquetaje ni existe un decreto que regule este tipo de alimentos para su consumo. Las propiedades de estos alimentos siempre son beneficiosas, nunca terapéuticas pues no se puede tratar ninguna enfermedad con este tipo de alimentos.
Nos referimos a las leches enriquecidas con omega 3, leches sin lactosa, leches enriquecidas con calcio, cereales integrales enriquecidos con vitaminas y minerales, margarinas enriquecidas con omega 3, yogures enriquecidos con fitoesteroles…. y un largo etc. La suma total de los nutrientes de estos alimentos fortificados a veces supera con creces las necesidades básicas para una nutrición óptima y se convierte en un problema de salud, por lo que se recomienda un buen análisis y conocimiento de ellos para introducirlos en la alimentación habitual.

Fibra dietética: soluble e insoluble aportan beneficios para evitar enfermedades como: diferentes tipo de cáncer y enfermedades coronarias.

Aceite de oliva: es rico en ácido oleico, un tipo de ácido graso que aporta propiedades beneficiosas para el sistema cardiovascular.

Recuerda que los alimentos funcionales deben formar parte de una alimentación equilibrada dentro de un estilo de vida saludable, pues de forma aislada estos alimentos no aportan ningún beneficio descrito.

Puedes encontrar más información en: Revista Española de Salud Pública

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